Ya te conté sobre mi experiencia en el Parque Nacional Tierra del Fuego y de la navegación por el Canal Beagle, quizás las dos excursiones más conocidas y típicas de Ushuaia. Hoy voy a llevarte a hacer algo diferente y poco conocido en el fin del mundo. Una excursión exclusiva, a pura aventura. Hoy voy a contarte cómo es andar en bicicleta sobre la nieve y el hielo.
Cuando empezamos a planear el viaje a Ushuaia y surgió esta idea me quedé alucinada y surgieron muchísimas preguntas. Me intrigaba todo y no veía la hora de que llegara el día de subirme a la bicicleta.
Ushuaia Extremo es la única empresa de turismo que realiza esta excursión. Llegamos a su oficina en la calle principal, a poquitas cuadras de nuestro hotel y nos dieron la ropa adecuada para la nieve. Campera, pantalón, botas y guantes. Todo impermeable, comprobado. Según nos comentaron, es el mismo tipo de indumentaria que se usa para las excursiones en Alaska.
QUE COMIENZE LA AVENTURA…
Excursión de bicicletas sobre nieve y hielo en Ushuaia
La combi nos llevó hasta Valle de Lobos, a unos 18 km de Ushuaia. Nos colocaron los “grampines” (una especie de pinchecitos con elásticos que se sujetan a las botas). Gracias a ellos se evitan múltiples caídas cuando el camino está tan congelado como nos tocó ni bien llegamos al centro invernal.
Llegó el momento de conocer a las protagonistas del día: las bicicletas adaptadas para la nieve y el hielo. La magia está en sus clavos. Son los responsables de mantener las ruedas firmes con la nieve y ayudan a no resbalarnos. No sé mucho de bicis profesionales pero pude darme cuenta al toque que la calidad del equipamiento era excelente.
Nos tocó un día nublado, lluvioso. Cualquiera podría decir que era un día “horrible” si te tocaba en la ciudad, o en cualquier otro lado. Pero ahí, en el medio del bosque, en “el fin del mundo” todo era mágico y nada importaba más que la adrenalida de pedalear sobre la nieve.
Llegaron las lagunas congeladas. Cuando Osvaldo hizo la primera parada y descendió con su bicicleta para certificar la calidad de la laguna no lo podía creer. Flashé que se iba a hundir, que ibamos a tener que rescatarlo… como si nosotras, chicas de ciudad, pobres indefesensas, tuvieramos las herramientas para “salvar” a alguien en su hábitat natural. Porque es eso, Osvaldo se movía por el bosque como si llevara ahí toda su vida. Habla de el, de la nieve, las montañas y las bicis con pasión. Te transmite ese amor por Ushuaia en cada pisada, en cada pedaleada. No hizo falta salvar a nadie. Osvaldo se encargó de la seguridad durante toda la excursión, ofreciendo tranquilidad constantemente.
Conocimos una castorera y vimos el deterioro en el bosque, los árboles cortados, derribados, muertos. Ya les mencioné lo devastadores que son los castores, no me quiero detener ahí otra vez, pero sepan que conocimos cuatro castoreras y algunos diques enormes, obras hidráulicas dignas de ingeniería.
Hasta ahí ya estaba totalmente emocionada y no podía esperar más. Osvaldo seguía diciendo que lo mejor estaba por llegar…
La lluvia se hizo nieve y nos acercamos a un pequeño puente. Nos recomendó bajarnos de las bicis para cruzarlo a pie y nos dió un ratito para tomar fotos y contemplar el paisaje. Estabamos inmersos en el bosque, nieve y montañas por doquier. 360 grados de árboles nevados. En el medio, nosotros, un grupo de 7 aventureros respirando adrenalina, tratando de manipular nuestras torpes manos con los guantes para retratar los momentos y llevarnos un recuerdo de la mejor excursión de Ushuaia. Sí, estando ahí me di cuenta. Estabamos haciendo algo único. Osvaldo no paraba de repetir que eramos unos privilegiados. Y le creí.
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Caminamos un poco más por el bosque nevado con nuestras bicis al lado. La nieve estaba altísima. Varias veces “perdí mi pierna” cuando se me enterraba hasta la rodilla.
“¿Están preparados?”, nos dijo. Me latía el corazón. No pude definir si era la ansiedad por saber lo que se venía o el cansancio físico de alguien que lo más deportivo que hizo durante los últimos meses fueron un par de clases semanales de zumba…
“Pisen en los mismos lugares que yo. Voy a bajar primero…”. ¿Bajar? ¿a esa enorme laguna? ¿está loco?. Mi mente no paraba de hacerme preguntas atolondradas. Osvaldo, con su seguridad y experiencia la callaban de un ondazo.
Bajó con cuidado dejando huellas, las mismas que minutos después buscaríamos pisar meticulosamente. Agarró una piedra y la lanzó. Comenzó a caminar a lo largo y ancho. Tomó su bici y le dio una vuelta entera a la enorme laguna congelada. Y llegó la señal. “Vengan de a poco, bajen despacio, traigan sus bicis”.
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Nos fuimos acomodando, cada uno con su bicicleta. Tomé la gopro y la coloqué en mi cabeza. Este era claramente el mejor momento de la excursión. Salí segunda, dejando espacio a mi compañero de adelante, para no hacer mucho peso en los mismos lugares.
Tenía que tener cuidado. Manejar la ansiedad. Comencé a pedalear y el hielo crujía. Se quejaba de tal manera que el miedo se hizo adrenalina y grité. Grité de emoción. Me reí en voz alta. Volví a gritar. Esa libertad que me genera hacer algo nuevo. Conocer un nuevo lugar. Me encanta la aventura y, sin dudas, luego del parapente o volar en helicóptero, esta experiencia trepó hasta la cima de las mejores cosas que hice en mi vida viajera.
La nieve se hizo tormenta y Osvaldo nos dijo que lo mejor era comenzar a dar la vuelta. Creo que nunca sentí tanto viento en mi cuerpo. Nos movía. Por momentos tuvimos que bajarnos de las bicicletas porque era imposible avanzar.
Culminamos la excursión con un excelente almuerzo para recuperar energias en el Hotel Fueguino, en el centro de la ciudad. Hay veces que se hace en el mismo Valle de Lobos al terminar la expedición pero ese día no fue posible.
MIRÁ EL VIDEO SOBRE MI EXPERIENCIA
¿Alguna vez hiciste algo así?
¿Cuál fue la experiencia de aventura más impactante en tus viajes?
¡Espero tus comentarios!
2 comentarios en “Bicicletas sobre nieve y hielo: la mejor aventura en Ushuaia”
Owwww que emoción Flor. Grité contigo tan solo leyéndolo. Estoy segura que yo hubiese llorado. Pero definitivamente me dieron unas ganas tremendas de hacer esta excursión. Seguro la tengo que hacer. Gracias por llevarme a viajar a ese paraíso invernal.
¡GRACIAS! Me alegro mucho que te haya gustado y sobre todo haber logrado que vengas conmigo en esta experiencia única, a través de mis relatos.
Un abrazo enorme, Lina ♥
Flor